woman-spending-time-with-her-baby-girl

SER MADRE TE CAMBIA


Es una frase que habrás escuchado a menudo y que crees que conoces cuando te conviertes en madre. Pero no llegas a comprender su significado hasta que: Llega un día que te miras al espejo y no te reconoces, Tu cuerpo es otro y no sabes si algún día volverá a ser el de antes. Sientes que tu vida se ha parado, está patas arriba pero no puedes volver atrás. El agotamiento te supera, pero no puedes descansar. Aquello que habías soñado y deseado tan fuerte no coincide con la realidad. (aplica también en caso de segundas, terceras, cuartas, … maternidades).

  1. Si sientes enloquecer o ser otra persona, seguro que estás en lo cierto. No es sólo el cansancio físico o no poder dormir de inmediato. Es también el agotamiento que supone estar pendiente todo el tiempo de si come bien o si respira por la noche… O vivir pegado a un bebé día y noche, que trae consigo momentos de dulzura y desesperación a la vez. Caer en cuenta de todo lo que la nueva llegada nos “impide” hacer, la tristeza por la libertad perdida, el miedo a lo desconocido y el temor a equivocarnos con algo tan importante. Querer salir corriendo o dar marcha atrás y no poder. Y sentirse culpable por pensarlo. ¿Me he vuelto loca? ¡Y cómo no estarlo! Con este escenario nuevo, diferente, inesperado, que nos remueve tantas cosas por dentro… pero necesario para poder volver en algún momento a nuestro estado anterior.
  1. El amor de una madre se construye, no siempre surge “a primera vista” El amor por un hijo no dice mucho de “los otros” amores: también necesita ser regado y cuidado para que crezca. Mucho antes de nacer la relación ya había comenzado: con el deseo y la búsqueda. y al dar a luz y encontrar su mirada finalmente conocemos al bebé real, no al que deseamos e imaginamos. Así que no siempre habrá un amor “a primera vista” que se instalará mágicamente: el amor se forja y se cuida todos los días.
  1. ¿Seré adecuada? ¿Podré responder con soltura? ¿Seré una buena madre para mi hijo? Son muchas las dudas que nos asaltan y muchos los comités de expertos que nos rodean y aconsejan. Y parece que de una u otra forma es complicado acertar. Pero ante la duda: si hay algo que tu bebé necesita como el comer es mirarlo, besarlo y mimarlo. Esto no convertirá a tus hijos en caprichosos o acomodados.
  1. Sentirte triste, sola y desbordada es habitual. No te pasa sólo a ti. El encuentro con la nueva realidad de vivir 24 horas con un bebé en brazos es agotador y puede desbordarnos. Y, a veces, aunque estemos rodeados de gente la sensación de soledad es muy grande. Anímate a compartirlo: con tu pareja, con otras mamás… Seguramente descubras que eso mismo que te está ocurriendo también les ha pasado a otras madres. La maternidad compartida, en compañía, se hace más llevadera.
  1. La maternidad, como la historia personal de cada uno, es única y diferente. De dónde venimos, cómo hemos crecido y en la madre que nos convertimos estará marcada por la historia de cada una. Y aunque siempre sea más cómodo seguir indicaciones, el reto al que nos enfrentamos será buscar nuestra propia manera de ser madres más allá de los qué dirán.
  1. Dudas, temores, miedos y errores son humanos. Lo son también de las madres. Ser madre no nos convierte en seres sobrenaturales que no pueden errar o tener miedo. Qué mejor ejemplo para nuestros hijos que mostrar que también dudamos y erramos: esto nos permitirá rectificar y por tanto mejorar.
  2. Es preferible llorar por fuera (antes que por dentro) Las madres suelen mostrarse felices y contentas. Y los demás seguramente esperen que lo estés. Por esto solemos pensar que sólo nos sentimos tristes nosotras y que no le ocurre a nadie más. Muchas lloran por dentro ¿Acaso es tan extraño que una madre llore? Por cansancio, por incomprensión, por la tormenta de emociones que siente, por la nueva forma que toma la pareja con un hijo… Llora por fuera.
  3. Ser madre es una gran responsabilidad. ¡Compártela!. Comparte aquello que sientes, comparte aquello que necesites, y deja tiempo y espacio para que los demás tengan su papel. Hay también otras personas que pueden y saben cuidar, lo que te permitirá aire y espacio para ti. Lejos de desligarnos de nuestra responsabilidad, pedir ayuda para el cuidado es beneficioso para todos.
  1. Simplifica y ¡ D I S F R U T A !
Kovacs Ana (2018)
Decálogo para madres primerizas, Madrid